Te miré a los ojos
y no vi nada del ayer.
Todo estaba vacío,
todo se había olvidado.
Tus recuerdos eran
cual carcasas de crisálida,
frágiles y huecos.
Yo aún los conservo,
una parte vivida de mi,
un poco de mi yo,
un retal de llantos
y otro más de sonrisas,
de tardes celestes
y noches oscuras,
sin arrepentimientos,
sin reproches,
sin dudas.
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