La he visto tan cerca, madre,
que mis ojos tienen miedo,
a verla de nuevo sola
junto a tu cara de cielo.
Con sus pasos temblorosos,
al igual que un sucio perro,
se pasea por la sala
arrastrada por el suelo,
esperando a que la vida
se quiebre cual espejo.
Su sonrisa te ha mostrado
mientras tu corazón preso
latía silencioso
muy adentro de tu pecho.
Con los ojos escondidos,
vestida toda de negro,
te arrebata cruel la vida
como un joven ladronzuelo.
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