silenciosa y voraz fiera

Quién como tú bien pudiera,
dar ese salto tan lánguido,
pasar el umbral de tela
que separa esta vida,
de la muerte de cera
y así poder ver de nuevo
con su genio de guerrera
a mi madre sonriente,
salir como la primavera
y cogerme entre sus manos
y perderme en su entereza,
escuchando a su corazón,
latir de tan gran manera.
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