Protected by Copyscape Web Plagiarism Detection

sábado, 2 de noviembre de 2013

Camino al mar...



Hubo un tiempo,
en el que me sentí como un pez
respirando fuera del agua,
abriendo grande mi boca,
para llenar de nada
cada uno de mis dos pulmones.

Entonces llegaste tú
me cogiste entre tus manos
firmes, cálidas, dulces...
y me mostraste de nuevo,
con paso lento pero seguro,
el camino hacia el mar.

viernes, 1 de noviembre de 2013

En el silencio de la mañana...


Gustaba de tomarse un café a solas,
en el silencio de la mañana,
cuando todo ser viviente dormía en calma,
con el frío sobre su nariz,
y el vapor dulce del brebaje diurno
sobre sus papilas gustativas.

Aunque hacía bastante tiempo que ese silencio
se extendía como una mancha sobre la moqueta
aún así, le gustaba recordar esos momentos,
cuando la casa andaba potencialmente viva,
pero muerta a primeras horas de la mañana.

Esperaba con ansia apurar su bebida,
sin prisa, sin estrés, pero sabiendo,
que de un momento a otro un torbellino de vida
inundaría la estancia  vacía,
el mismo torbellino que había llenado sus días.

Recordaba aquella sonrisa amplia y profunda
a la que era imposible no devolverle la misma mueca de alegría,
aquellos ojos verdosos y vivarachos
escudriñando los primeros rayos de sol 
que se colaban por las rendijas de la persiana.

Hacía tiempo que se habían esfumado,
hacía mucho tiempo que las pisadas
rápidas y confusas no sonaban en el largo pasillo,
pero como cada día, ella se levantaba temprano,
se preparaba un café y disfrutaba perdida, 
recordando aquellos momentos que la vida,
por un instante le había regalado.

El reloj no para su ritmo para nadie,
todo sigue, todo llega y todo pasa,
había disfrutado teniéndolo entre sus brazos,
pero llegó el momento de volar
y abrió sus manos para no comprimir
la fuerza de su primer aleteo.

Una sonrisa le venía a la mente
al recordar cada tropiezo,
y también un suspiro,
un trozo de alma que se escapaba,
por el momento que no volvería,
pero lo había vivido y lo había disfrutado
 y eso era lo que realmente importaba.

Tenía esos momentos atesorados,
en las esquinas más cálidas de su alma,
y allí quedarían hasta el final,
en su recuerdo, alegre y  a la vez marchito,
vivos mientras ellas los recordara,
cada mañana, con cada café.

Porque no había muerto,
no lo había hecho,
sino que vivía dentro de sí
para siempre, por siempre,
mientras su cuerpo hiciese una sombra,
por pálida y delgada que fuese,
bajo sus pequeños pero firmes pies.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Bruma...



La cabeza me daba vueltas,
enredada como un sarmiento de vid,
confusa como la neblina diurna.

Era difícil pensar con claridad,
la tarde traía consigo novedades,
se sucedían a ritmo vertiginoso.
La sangría de acontecimientos no cesaba
y las sienes me ardían como brasas encendidas.

De fondo el sonido de un programa aburrido y grotesco,
ni siquiera escuchaba los chismes de turno que contaban,
sólo el zumbido en mis oídos  que por momentos iba ganando terreno.

En medio de toda esa bruma de confusión, una luz,
como un faro guía en medio del mar,
que anuncia la llegada a la costa,
y entonces tú.

Tus manos sobre mi pelo y el dolor intenso va cediendo.
La presión, la angustia, el volumen de la tele que desciende.
Tus ojos en los míos y mi cara sobre tu pecho.

Tu corazón late en mi oido y mi nariz respira por tus pulmones,
ya no sé si soy tú o si tal vez soy yo, no importa, somos los dos.
El mejor momento del día, que llega y se va con la bruma,
mejor junto a tí, o tal vez tú junto a mí, que más da, ya no hay más.


martes, 15 de octubre de 2013

Piel de Cordero...


Llegó a casa con la misma sonrisa fingida de siempre. Se desprendió como cada día de su piel de cordero, dejando al desnudo su verdadera identidad. Llenó un vaso con algo de alcohol y lo acompañó con un par de cubitos. El tintineo del hielo contra el vidrio hizo que el brebaje se enfriase de forma rauda, al igual que sus pensamientos al dar el primer sorbo. Por fin podía ser libre, sin máscaras, sin ataduras, relajar su sonrisa y tensar su espíritu. 

No pretendía engañar a nadie, entre esas cuatro paredes, podía mirar como un auténtico lobo, como el cazador errante que siempre había sido, obligado por siempre a vivir entre una maraña de corderos de ojos suplicantes.

Estaba cansado de interpretar aquel papel, pero no siempre funciona bien dejar ver a todos, que bajo tus lanas hay algo más. Así, que tomaría impulso, tenía toda la noche para recuperar el tiempo perdido, retrotraerse, ensimismarse, revivir sus recuerdos con la misma fuerza de antaño, recordar la cacería de sus presas, tan inocentes, tan distraídas, tan estúpidas... 

Mañana sería otro aburrido día, volvería de nuevo a colocarse su sonrisa fingida y a vestir su piel de cordero para de esta forma salir y comerse el mundo junto al resto de bienmandados con ojos suplicantes, pasando desapercibido en esa maraña de seres apáticos y pululantes, tan tonto como ellos, pero sólo hasta al caer la tarde.

lunes, 14 de octubre de 2013

Pasajeros del tiempo...



En la soledad del silencio,
con la brisa y el sol de fondo,
quería estar solo, oscuro...
mas el run run de la tarde,
no le abandonaba ni por un instante.

El tic tac del reloj
pasajero del tiempo,
prisionero del aire,
se escuchaba desde el fondo,
golpeando como un yunque y su martillo.

No quería sentir,
sólo cerrar los ojos,
olvidar el zumbido de su sien,
el latido del dolor en lo más profundo
y volver a sonreír tras la tempestad.

Abrir los ojos y dejar que la luz,
inundase su verde,
con el brillo del mar,
sobre su rostro, cansado.

viernes, 11 de octubre de 2013

Se dejó a medias un café.

 
Se dejó a medias un café,
la luz del baño encendida,
un beso robado en la mejilla,
y la explicación de un porqué.

Salió raudo por la puerta,
dejando atormentada la mañana,
con la sensación de no olvidar nada,
y una sonrisa breve y cierta.

Con la satisfacción del volveré,
pero un no sé cuándo,
ni tampoco cómo lo hago
y menos aún, porqué.

Quizá cuando todo esté calmo,
quizá cuando el corazón,
se acompase a la razón,
y le pida estar a mi lado.

Mientras saborea ese café ( a medias),
espera al caer la tarde,
sintiendo como se consume y arde
el recuerdo  de lo vivido ayer.

Echando de menos,
el camino recorrido,
pero no queda tan lejos,
la simpleza de todo lo vivido.


jueves, 10 de octubre de 2013

A veces te extraño...


 

A veces te extraño
y duele ese vacío en el corazón,
ese agujero que no se llena con nada.

Realmente duele siempre,
pero a veces soy más consciente
y otras lo soy menos.

Hay segundos que ando distraida,
traginando entre mis cosas,
y por momentos esa ausencia 
se aletarga en las esquinas.

Otras veces lo que hago no me llena
y es entonces cuando mis esquinas se iluminan
y ese agujero duele hasta el fondo.

Cada minuto es lo mismo,
cada minuto esa ausencia,
aprendí a vivir con ella,
envenenada de tu cariño,
por siempre, para siempre.

Sabiendo que no existe antídoto,
para el mal que me aqueja.

martes, 8 de octubre de 2013

Olvidó mirar atrás...




Al salir por la puerta,
olvidó mirar atrás, 
y lo que no se ve,
tampoco se siente.

De esta forma, 
olvidó sentir las lágrimas
la respiración entrecortada,
la rabia inútil contenida
y también el nudo en la garganta.

Olvidó sus manos temblorosas
el parpadeo lento de sus ojos,
su voz silenciosa pidiendo un perdón.

Olvidó mirar atrás y siguió hacia delante,
con el paso firme, la sonrisa recompuesta,
los ojos vibrantes y el pensamiento decidido.

Olvidó aquella tarde y con ella su viejo destino.
Se desprendió de sus tristes ropas, 
las dejó en el olvido.

Dejó que el viento y el sol,
rozaran su pelo,
sus manos abiertas,
la curva sutil  y esquiva de su sonrisa,
y todas y cada una de las esquinas de su alma.

Se fue alejando despacio,
aún así , parecía que a cada paso
flotaba sobre la tarde, 
balanceándose con ritmo,
sin prisa pero sin pausa.

Aún lo recuerdo,
en el aquel olvido fugaz
inconsciente y a la vez premeditado,
saliendo por la vieja puerta de madera,
parecía contento,
caminaba feliz.

jueves, 3 de octubre de 2013

El perro verde...





 EL PERRO VERDE


Hace tiempo que me persigue el perro verde, tanto hace, que ya me acostumbré a su presencia. Tanto me acostumbré que ya, visto su piel. Y creo que me gusta esa tonalidad verdosa que reflejan mis células epiteliales. No pretendo que nadie sea verde como yo o como mi perro, es más, ni siquiera lo quiero, porque me gusta ser yo una de las pocas verdosas  que se ven pasear con perros verdes.

El verde es bonito, brillante, es el color de la vida de la plantas, el color que guarda el secreto de un kiwi y también el color de algunos ojos bonitos.

Pero a veces el verde hace que los demás que pasean con perros, de colores "normales", que tan seguros de sí mismos creen estar, te miren raro. A mi me da igual que me miren y que miren a mi perro, es verde, no pasa nada y me gusta. 

Por eso he decidido que aunque  pretendan que yo cambie mi perro, mi perro va a seguir siendo verde. Por mucho que se empeñen, por mucho que me digan, por mucho que me demuestren, mi perro es verde, va a seguir siendo verde porque amo los perros verdes y el resto de perros de colores "normales" ya me resultan un tanto aburridos.

Si, aburridos, porque hacen cosas de perros normales, con sus andares aburridos de perros normales, con sus colas de perros normales moviéndose de forma normal, ladrando normalmente como hacen los perros normales, haciendo las cosas de perros con total normalidad.

Pero mi perro verde es impredecible, y con él siempre me espera una nueva aventura y sé lo que va a hacer cuando lo está haciendo, porque es efervescente y de sus ojos verdes fluyen pensamientos verdes que dan vida a todo un universo verde, lleno de bonitas ideas verdes con diferentes tonalidades verdes. Es alegre, diferente y no se parece en nada al resto de perros normales y por eso me gusta, porque mi perro, es un perro verde y hace cosas de perro verde.


miércoles, 1 de mayo de 2013

El mejor momento...



Me vestí con tu abrazo,
y al abrigo cálido
de esas manos flexibles,
me mecí como un junco,
acariciado por el viento.

En mis idas y venidas,
embriagada por la risa,
sentí la alegría del sol
de tus ardientes miradas.

Colmada de la paz blanca,
del silencio creciente y continuo,
de la seguridad del ahora
susurrado en murmullos de agua...
me fui quedando dormida
al ocaso del día.

Al abrigo de tu abrazo,
llegó el mejor momento del día.

domingo, 31 de marzo de 2013

Lunes...



Enmarañados mis pensamientos,
aferrados a las esquinas de mi alma,
entonces llegas, soplando como el viento,
revuelves todo y me sacas de mi letargo....
¡Despierta! Mañana es lunes.

martes, 19 de marzo de 2013

Rutina rutinaria...



Acomodándonos en la rutina,
en esa seguridad marchita,
que va golpeando la libertad
hasta transformarla en aburrimiento.

sábado, 16 de marzo de 2013

Y sigue lloviendo...



Sobre la tarde puse algo de esperanza,
ganas, energías, sentimientos,
pero la tarde fue la equivocada,
después de todo seguía lloviendo.

miércoles, 16 de enero de 2013



Hoy al ver mi reflejo, descubrí el paso del tiempo,
las horas habían arañado su tic-tac en mi piel,
pero muchos de los tic-tac arañados, 
lo fueron  a tu lado y no pude más que sonreír
y pensar que había merecido la pena.



Flapping Purple Butterfly