A veces te extraño
y duele ese vacío en el corazón,
ese agujero que no se llena con nada.
Realmente duele siempre,
pero a veces soy más consciente
y otras lo soy menos.
Hay segundos que ando distraida,
traginando entre mis cosas,
y por momentos esa ausencia
se aletarga en las esquinas.
Otras veces lo que hago no me llena
y es entonces cuando mis esquinas se iluminan
y ese agujero duele hasta el fondo.
Cada minuto es lo mismo,
cada minuto esa ausencia,
aprendí a vivir con ella,
envenenada de tu cariño,
por siempre, para siempre.
Sabiendo que no existe antídoto,
para el mal que me aqueja.
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