El paso lento de los segundos me recuerda que aún no estás.
Las nubes grises cuelgan sus gotas de la punta de sus dedos.
Se prepara la tormenta entre sol y sombra pero yo...
yo sólo veo tu ausencia.
El brillo lejano de tus ojos y...
mis manos apagadas que ansían alcanzarlo.
Sobre los tejados resbala la tarde,
se apaga poco a poco,
quizá nunca estuvo encendida del todo.
Entonces el eco de tu voz, que llega desde la distancia
confundido por mí con un trueno.
Llueve...